Me hubiera gustado describir la primera vez que estuve con un hombre de una manera más mágica, pero no es así. La verdad fue una de las cosas más absurdas que he hecho en mi vida. Tenía 16 años, una amiga llamada Victoria que insistía en que ser virgen era una pérdida de tiempo, tenía 6 meses de haber llegado a un nuevo país, y de empezar a vivir con una madre que no veía hacía más de 5 años. Carencias afectivas, palabras no dichas y un sinfín de disfuncionalidad emocional. Todo era una locura. De una vida recatada donde me regañaban por llevar la falda en la rodilla a una madre cuya autoridad se ausentaba por la rebeldía de la recién llegada, de no haber salido casi nunca a poder llegar a altas horas de la madrugada, con una cédula falsa entraba a cualquier lugar que estuviera de moda y el acento extranjero, la delgadez hermosa y los hoyuelos en la cara obviamente, eran la visa para conquistar lo que quisiera.
A Victoria la conocí por el primer amigo que hice en el nuevo país y estaba de moda una película llamada Jóvenes Brujas, ella se parecía a una de ellas, ahora la recuerdo un poco perversa, un poco mala.
A él lo conocí en un bar en el que ponían ska, madness, skatalites, al que nos gustaba ir. Eduardo y Sebastián su primo, Eduardo tenía carro y no sé al menos 3 años más que yo, supongo, fuimos novios durante casi un mes y yo todas las noches le insistía en que me quitara la virginidad. Ahora que lo pienso, él quería esperar más tiempo pero yo, como siempre, me pasé de insistente, fuimos un día en su carro a un terreno, un mirador de la ciudad. Victoria y Sebastián se bajaron del carro y nosotros nos quedamos adentro.
Así fue mi primera vez, que vaina más incómoda, que tonta, a algunos lugares es mejor llegar tarde pero aún no lo comprendía. Recuerdo que en el camino a casa me dijo cosas como que mi cuerpo iba a cambiar, ahora que lo pienso hasta me conmueve, que me iba a sentir diferente.
Después de ese día no me llamó nunca más, se desapareció, yo lo llamaba y se negaba. Sé que lloré y luego le conté a mi mamá. Un buen tiempo después apareció una noche, tocó el timbre del apartamento y yo me sorprendí, no sabía que hacer, salí a verlo. Él estaba un poco prendido, me dijo que lo disculpará que él no quería hacerme daño, no sé cuántas cosas más. Yo regresé a mi casa, pero aunque trato de preguntarme que sentí en ese momento, la verdad no lo recuerdo.
Tiempo después nos encontramos en una discoteca y empezamos a hablar, nos besamos y al rato le dije: ¨vamos a tu carro, quiero estar contigo... ¨Fuimos a su carro y nos subimos en la parte de atrás nos besamos y le bajé el pantalón, en ese momento cuando pensó que todo pasaría. Le dije que ni loca volvería a estar con él. Salí del carro y subi a seguir bailando.
La última vez que lo ví yo trabajaba en una tienda de patinetas y él estaba asomado en la vitrina con una chica tomados de la mano. Sé que ambos nos miramos y cada quien siguió su camino.